Esta tarde, a las cuatro y media, está previsto un robo en mi casa. He pasado la mañana preparando el terreno, así que oculté en la leñera parte de los objetos que estimo más valiosos y repartí entre los vecinos algunas joyas y dinero. Con indisimulada estrategia, he guardado en un cajón, bajo unos papeles, un reloj chapado en oro que apenas uso, algunos billetes y un rimero de monedas para que puedan ser localizados sin necesidad de una exhaustiva batida. También he dejado a mano mi colección de discos y películas cuyo traslado me ocuparía demasiado tiempo y esfuerzo. No he corrido el cerrojo de la puerta principal ni el pestillo de la portezuela que da al jardín. Para qué tomarme la molestia: las ventanas son fácilmente accesibles y cualquier cuidado extra resultaría estéril. Tras un liviano almuerzo, me he recostado en el sofá intentando vencer la somnolencia que me sobrevuela. Miro el reloj: las cuatro y veinticinco. Cierro los ojos y espero. Con puntualidad suiza, oigo el "crag" de un cristal y el crujir del suelo entarimado quejándose de unos pasos que pretenden ser silenciosos.
Blog surgido de la iniciativa de los integrantes de un taller literario, muy bien dirigido por cierto, y que cada quince días se desarrolla en la librería jerezana de La Luna Nueva, que cede de manera altruista un confortable lugar de reunión.
Reconocimiento
Es de ley reconocer la autoría de la escultura que consta como imagen de cabecera de este blog: Se trata de la obra "Mujer en la pira" de la artista Kiki Smith.
Como dice Andrés Neuman: "La vocación de todo microcuento es crecer sin ser visto", como el intruso de "Precaución". Lo lograste, una vez más: el micro es excelente y redondo.
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