Reconocimiento

Es de ley reconocer la autoría de la escultura que consta como imagen de cabecera de este blog: Se trata de la obra "Mujer en la pira" de la artista Kiki Smith.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

¡Será puta la muerta! (poema)


¡Será puta la muerta!
Ya olió a un recién llegado,
carne blanca, aún fresca,
carne que le ha excitado.

Sale abriendo la puerta
del panteón de al lado,
buscando otra vez guerra,
como un gato encelado,
mirando la bragueta
de un recién enterrado
donde adivina que cuelga
un suculento pingajo.


Va por la noche, la muerta
su esqueleto mostrando
y entre tumbas pasea
sus harapos desgarrados

Pinta de añil sus cuencas,
de cal, sus huesos planos,
y perfuma con hiedra
su área de trabajo:
Un hueco entre caderas
huella de aquel pasado,
donde sobre la tierra
pasaron mil soldados


¡Será puta la muerta!
Ni respeta el camposanto;
si ve una losa abierta,
con ansia mete la mano
y rebusca entre la hierba
el cuerpo de un buen macho
que joven la mantenga
para seguir jadeando,
pues aunque nadie lo crea
tiene de vez en cuando,
si le gusta la tarea,
un putrefacto orgasmo.

Lleva en la calavera,
crisantemos morados
y en su ósea pechera,
huellas de senos blandos,
cuelga una foto negra
de un amante admirado
y en su camino espera...
espera oír el reclamo,
como canto de sirena,
de un silbido barato
que sólo ella interpreta:
¡Vaya muerta más buena!


¡Será puta la muerta!
En los nichos, con un palo
hurga sin que la vean
buscando finos zapatos
que la hagan más esbelta...
y dientes no cariados,
collar de muertas perlas
para un cuello descarnado
y así sentirse más bella...
y recoge cualquier trapo,
fúnebre vestimenta.
que arregla con desparpajo

Los sábados, ¡alerta!
un conde, muerto de vago,
de mujeres y borracheras,
reclama vicio a destajo
y qué mejor que la muerta
para su fin depravado.
A la hora de la siesta, 
el cementerio callado,
los dos, a tumba abierta
dan gusto a sus colgajos.
Nadie duda a ciencia cierta
que eso son los fuegos fatuos.

domingo, 23 de diciembre de 2012

micros 1

La cremallera

En su afán de desnudar a su pareja, descorrió con tanta violencia la cremallera a través de la espalda que dejó al descubierto la columna vertebral. Entre un amasijo de sangre, tendones y músculos, pudo comprobar que no era tan joven ya que algunas hernias discales afloraban a la luz.


Sueño de cristal

Sueña a menudo que anda sobre cristales; ha recurrido a psicólogos y videntes sin que nadie consiga interpretar este reiterado sueño. Hace una semana, amaneció con los pies ensangrentados y esto le permitió intuir que debía existir algún significado oculto. Mientras tanto, cambia las sábanas a diario.

De Profundis

La gruta debía tener una profundidad considerable. Aquél que entraba en ella, no volvía a salir. Durante años, innumerables personas fueron engullidas por su oscura boca. Los últimos que intentaron explorarla, unos avezados espeleólogos, no pudieron acceder a ella al encontrarse ya completa.


Homenaje




Estoy tendido en la cama en medio de una habitación con las paredes blancas. Mi cuerpo yace cansado y mi cabeza se encuentra apoyada sobre dos almohadones desde donde puedo ver cómo me rodean varias personas, hombres y mujeres jóvenes que me miran con ojos expectantes. Algunos de ellos no pueden aguantar las lágrimas. Siento que alguien me toma de la mano. De tanto en tanto una voz se acerca a mi oído y me dice “papá, te quiero”. Estas muestras de afecto me infunden toda la alegría que mi estado me permite sentir. Pero me faltan las fuerzas, noto que se acerca el final, poco a poco me abandona la lucidez. Las imágenes que me circundan se van diluyendo y en su lugar comienzo a atisbar otras diferentes.

Estoy en una playa. Hace un esplendoroso día azul. El sol, único rey en el cielo, arranca esquirlas de plata a las crestas de las olas. Un grupo de jóvenes, como un bando de gaviotas, de repente sale corriendo hacia el mar: las chicas apenas tapadas con bikinis de colores, los chicos luciendo músculos en sus torsos que brillan. Un griterío estridente se levanta cuando alcanzamos el agua que nos sorprende con su frescor. Jugamos. La pelota va y viene golpeada inmisericordemente por ágiles manos. Me pongo a nadar. Me alejo un poco. De pronto un mareo hace girar mi cabeza en un torbellino. La vista se me nubla.

Veo la habitación blanca, la cama, mi cuerpo exánime, mi cabeza cana que apenas se eleva un poco por encima de las almohadas, los jóvenes que me rodean. Siento una mano que agarra la mía. De tanto en tanto alguien se acerca a mi oído y me dice “papá, te quiero”. Me han puesto una máscara en la cara. El aire fresco me hace bien en el rostro. Intento decir algo pero me faltan las fuerzas. Vuelvo a desfallecer. El cuarto desaparece.

De nuevo se ilumina la claridad de la playa. Estoy tendido boca arriba en la arena. Me rodean mis amigos jóvenes algunos de los cuales lloran y se tapan la cara de espanto. Noto que alguien me golpea el pecho y que me soplan aire en la boca. Un gusto salado me irrita la garganta y los pulmones. No puedo respirar. Me encuentro cada vez más débil. Intento recobrar el sueño del cuarto blanco, la cama, el anciano tendido, figuras que están cada vez más lejos y soy incapaz de recuperar. Desfallezco. Oigo voces a mi alrededor que dicen que no se me nota el pulso, que he estado mucho tiempo debajo del agua antes de que me sacaran, que no vale la pena seguir intentándolo. No tengo fuerzas para abrir los párpados y menos para hablar y entonces comprendo que me estoy muriendo, que me he ahogado, que me habría gustado morir de viejo rodeado por mis hijos tendido en una cama de una habitación blanca.
Queremos tanto a Julio

El Capote



(Nikolái Gógol)
Nórdica-Libros
(Ilustraciones de Noemí Villamuza)


Una preciosa edición ilustrada de este singular y extraordinario cuento de Gógol. Dostoievski dijo en su día que todos salimos de El Capote de Gógol. Esta feliz y categórica afirmación del autor de Crimen y Castigo nos dice que con este insuperable relato se rompe los esquemas de composición. Hasta entonces los autores creaban mundos de relojería que marcaban acompasadamente la historia narrada. La maestría de Gógol abre puertas cerradas hasta entonces, terrenos a explorar, que luego siguieron además de Dostoievski, Tolstoi, Chéjov e incluso Borges.

La obra de Gógol está considerada como precursora de la escuela naturalista hasta ser vista hoy como un claro exponente del surrealismo. La genialidad del escritor ruso no está tanto en sus argumentos o en sus personajes o ideas, sino en su propio estilo.

Más allá del escenario de “El Capote”, el autor de “Las almas muertas” refleja la condición humana y lo absurdo de esa condición. Lo que realmente llama la atención en este excepcional relato no es que Akaki Akákievich aspire a tener un nuevo abrigo, sino que lo absurdo es que su vida le haya conducido a esa máxima aspiración. Nos encontramos con un narrador charlatán y jocoso que utiliza las disgresiones para que el lector avance a duras penas por las rutas de Akaki. Bajo el capote se esconde la vida de un hombre patético, sin vida, un triste funcionario.

En resumen, una maravillosa historia para leer y releer, en una edición muy cuidada, donde su protagonista dejará un precedente literario indeleble que repercutirá en otros extraordinarios personajes posteriores de la literatura universal, como Gegor Samsa o Bartleby, dos descendientes directos de Akaki.

El Capote” es un relato que conmueve sobremanera y cuya composición y ejecución es perfecta.¡Viva Gógol!

***

sábado, 15 de diciembre de 2012

Lunático felicita a los piráfulos





Nuestro querido "piráfulo" Antonio -Lunático- nos felicita estas Navidades con este christma de producción propia.

viernes, 14 de diciembre de 2012

La cicatriz



Sufrió una herida en su antebrazo que al cicatrizar adoptó la forma de unos labios. Su textura era fina y delicada. Un día, un impulso le condujo a besar la cicatriz y sintió un estremecimiento. Desde entonces, la mimaba con cariño e incluso, a veces, le aplicaba pintura de labios para que su huella permaneciera en su boca. Pasó el tiempo y la cicatriz se fue desdibujando; con rabia, tomó un cuchillo y removió con saña la herida con el anhelo de conseguir el rebrote de esos labios que añoraba.

(micro que he publicado en el blog Relatarium)

Groucho the tracker

jueves, 13 de diciembre de 2012

Margarita y los nueve enanitos


Margarita y los nueve enanitos

Margarita era muy mona, muy sensual, muy cálida. Los orgasmos de Margarita eran famosos en todo el patio y al arrullo de sus baladas nocturnas se amaban las parejas y se acariciaban l@s solitari@s. Todos y todas la envidiaban y la deseaban y cuando bajaba por la escalera y salía a la calle deslizándose naturalmente como una pantera, la rutina diaria se olvidaba y se llevaba prendidas en su talle todas las miradas. Un mal día, Margarita, tan afortunada para todo, tuvo la mala fortuna de sufrir un accidente doméstico: trajinando en la cocina se rebanó un dedo, el cual, aunque llegó entero junto con su dueña al mejor hospital de la ciudad, no pudo ser reinjertado. Apenas estuvo tres días Margarita muy triste en la casa de salud y la gente que acudía a visitarla le decía: Margarita no estés triste, si tienes nueve más. Al fin dieron el alta a Margarita que regresó nostálgica a su casa. Los días fueron pasando, y las noches, y a medida que éstas trascurrían los vecinos iban echando algo de menos, y Margarita también, porque no fue hasta llegar la noche y entrar de nuevo en su cama que comprendió que no sólo había perdido un dedo sino a su amante, porque tras intentarlo con todos los otros nueve se dio cuenta de que no era lo mismo, de que no sabía igual, era mucho menos gustoso, y entonces estalló en un grito desgarrador que casi se pudo oír en tres manzanas a la redonda; ¡¿por qué tú y no cualquiera de los otros nueve?!

Dedicado a mi amigo Bocanegra

lunes, 10 de diciembre de 2012

Ética de urgencia (comentario de Leo Bocanegra)


ÉTICA DE URGENCIA (Fernando Savater)

Editorial Ariel, Barcelona. 1ª edición. Septiembre del 2012, 163 páginas


En septiembre apareció el nuevo libro de Fernando Savater Ética de Urgencia y tan sólo hace unos días que me lo he zampado de una sentada, como un mantecado de Navidad. Me ha parecido que su publicación era necesaria y oportuna. Savater, con el mismo artefacto que en Ética para Amador, se arma de razones para mantener un diálogo con los jóvenes sobre cuestiones morales. (Quizás lo negativo de la edición haya sido la deficiente impresión del texto. Hacía tiempo que un libro no se descuajaringaba en mis manos tan impunemente, lo que lamento y protesto vivamente). Dice el filósofo que los hombres venimos al mundo dotados de un buen hardware, pero sin programa incorporado, y que lo bueno del asunto es que nos convertimos en nuestros propios programadores. De tal manera que no nos queda más remedio que procurarnos un software que de sentido a las acciones sociales y proyectos que emprendamos. Una metáfora de nueva tecnología que no se distancia en nada de otra más convencional y cargada de elocuencia pedagógica, como le gusta a Savater, que afirma que: “pensar es como ordenar una habitación; tú puedes ordenar de diversas formas tu estancia, pero lo que no puedes es ordenar una habitación vacía. Como siempre, Savater se explica con claridad y a mi me hace despejar incógnitas. Yo pensaba que eso era una característica exclusiva de un buen profesor de matemáticas, pero qué va, la vida es matemática pura, problemas pendientes de resolver y de resultados inciertos. Una tarea extensa, para toda la vida.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Pregunto (prosa poética)

Pregunto:

¿Tiene miedo la madera acariciada por lenguas de fuego?
¿Teme la choza de ramas ante el silbido de un huracán?
¿Tiemblan los peces arrastrados hacia la playa por la encrespada marea?

Pregunto:

¿Cómo combate el frío una espalda desnuda en el hielo?
¿Quien tiene el poder invisible para repartir por igual el orgullo?
¿Desde cuando la fiebre acompaña al hombre?

Pregunto:

¿Se ocultan los insectos venenosos para no mostrar su miseria?
¿Por qué la saliva baña una boca ansiosa?
¿Hay alguien en el desierto que espere un cauce de agua fresca?

Pregunto:

¿Es más rápida la mirada que el bostezo de un cometa?
¿Aprenden los niños cuando la piedra golpea y mata?
¿De donde se desprenden las caricias que llegan a nadie?

Pregunto:

¿Es capaz un piano desafinado de recorrer una pieza maestra?
¿No se olvida a menudo que la suerte no es necesaria?
¿Cuánto tiempo se consume en cada paso? ¿Y en cada regreso?

Pregunto:

¿Oyen los tiranos la voz aguda de una anciana que se pudre?
¿Despiertan las cornetas a los soldados de plomo?
¿Sanan las vendas que se fabrican con piel de sapo ciego?

Pregunto:

¿Qué cimientos aguantan el peso de una envidia insaciable?
¿Quién vistió a la inocencia de luto riguroso?
¿Cómo se puede oír el grito de una gacela y seguir respirando?

Pregunto

Criptograma


Aquella noche escribí con fruición. Bajo la compañía aromática de mi máquina de café, finalicé un extenso manuscrito. Después de haber saboreado algunos expresos, me recreé en la lectura del escrito hasta el punto que me sorprendí de tanta abundancia desplegada. Leí y releí tantas veces el texto buscando su excelencia que lo abandoné sobre la mesa y me fui cavilando a la ducha. Regresé con otras intenciones y empecé a reescribir el cuento. Al rato, logré reducirlo a la mitad de su extensión sin que mermara su sentido. Lo volví a reescribir y lo acorté a la mitad de la mitad sin que perdiera nada de intensidad. Y otra vez a la mitad de lo anterior. La trama se condensaba y el manuscrito no languidecía. Y así continué una y otra vez hasta alcanzar una elipsis total.

Cuando contemplé mi obra, todavía susurraban las voces anteriores, pero ¿ y las palabras? Nada; sólo un folio en blanco se sostenía entre mis manos. Entonces me retiré a la cama convencido de que la historia se había ensimismado.

Una casa noble


Siempre he vivido en esta casa: ¡Es mi casa! Dicen que es un palacio pero, como no he salido nunca a la calle, no sé distinguir entre una casa y un palacio aunque, por lo que he oído, un palacio siempre es más grande que una casa.

Don Carmelo no me habla; solamente alguna vez, en invierno, cuando está sentado en la biblioteca, oigo su voz profunda que me llama: “Hikso, Hikso”, y yo voy porque a él le gusta que me tienda sobre sus pies calzados con unas horribles pantuflas a cuadros y le dé calor. La verdad es que a mí me agrada posarme allí, estoy calentito, pero me molesta que no me hable; ya sé que él es un noble, venido a menos, pero un noble, creo que conde o algo por el estilo. Una vez oí cómo le decía a su hijo Mauro que él no hablaba con felinos; pero ¿qué se habrá creído…?; yo también soy noble y mi madre me contó que mis antepasados vinieron de Asia, de un país llamado Siam, y que nuestra raza era la más aristocrática de la comunidad gatuna.

Normalmente llevo una vida muy tranquila pero monótona: paseo por la casa, me subo donde se me antoja, y sólo tengo prohibido entrar en la cocina y en un comedor muy grande que tienen preparado como si fueran a dar un banquete, pero cuyos muebles están bastante deteriorados, sin embargo son bonitos y parecen de gran calidad.

A veces me siento delante de alguna de las vitrinas y contemplo objetos preciosos, como porcelanas o abanicos, que creo pertenecieron a la familia de la señora de don Carmelo, la cual hace tres años que no vive aquí; la verdad es que yo no la he visto nunca y, según los cotilleos de las criadas, los señores están separados y ella, que también es noble, se ha ido a vivir a un pueblo donde tiene un castillo, que ha convertido en hotel.

Mis mejores días son cuando viene Mauro y pasa aquí una o dos semanas. Suele traer su ordenador portátil y entonces puedo aprender mucho, porque deja que me suba a la mesa donde coloca el aparato e incluso me comenta algunas de las cosas que van saliendo en pantalla. ¡Qué maravilla de técnica!

Un día me dijo: –Vamos a ver cual es el significado de tu nombre–, y empezó a teclear y… –Pues… resulta que los hiksos fueron unos invasores de Egipto–. (Qué internacional soy, pensé); pero de inmediato me sentí indignado: “¿yo un invasor…?” Lancé un maullido como si hubiesen pisado mi cola, y él lanzó una carcajada aún más sonora que mi maullido. –No te enfades, que tú no eres un invasor, sino un miembro más de la casa–, me aclaró y me dejó más conforme.

Me he enterado que Mauro se marcha mañana ¡qué pena! Ya solo me queda mi vida rutinaria, pero estoy pensando que me voy a escapar durante un par de días; quiero conocer algo del mundo exterior, aunque luego regresaré y esperaré a que vuelva Mauro con su ordenador.

martes, 4 de diciembre de 2012

Congreso extraordinario


Mientras el ponente de la primera jornada se extendía en su disertación, yo miraba, inmóvil como un camaleón, a izquierda y derecha: dos congresistas de cine rozaban mis antebrazos sutilmente. El catedrático trazaba un símil entre las dos grandes heroínas de la novela del diecinueve; yo cruzaba fronteras prohibidas entre aquellas piernas de oscar que lucían mis compañeras de fila. Cuando la conferencia alcanzó el cenit y la audiencia asentía con éxtasis los argumentos melodramáticos del orador, la mano de una de mis excitantes vecinas alcanzó la mía y la posó en la orilla de su sexo. La otra acompañante sentada a mi izquierda, simultáneamente, rasgueaba con la yema de los dedos mi entrepierna. Los asistentes quedaron prendados del arrojo de Ana Karenina y Emma Bovary. El viejo profesor arrancó vivamente los aplausos de un público entregado. En cambio yo, sin discrepar del gozo de la concurrencia, seguía entregado, desde la última fila del salón de acto, a la seducción de Sharon Bellucci y a la voluptuosidad de Monica Stone...A veces te pasan cosas que sólo ocurren en las películas.

Bocanegra

30 de noviembre de 2012

domingo, 11 de noviembre de 2012

Materias

    Inicio este blog de "prueba" con la referencia de un libro recomendado por algunos de los componentes del taller, concretamente "Centuria" de Giorgio Manganelli, un libro de una extraña y original estructura, donde los relatos se enlazan e independizan al mismo tiempo, dentro de línea narrativa envolvente.

   Me he permitido construir un relato corto, inspirado en esta novela-rio, esperando la comprensión de los lectores y del propio  Giorgio Manganelli.

Materias

     No es fácil descubrir el mismo tiempo tres materias inexistentes hasta ese momento. Conseguí, una vez individualizadas, que adquirieran forma esférica, con las mismas proporciones, y mediante una concienzuda labor investigadora, intenté revelar sus propiedades más destacables.

     La materia A pesa más que la materia B y ésta, a su vez, es más gravosa que la materia C; pero la materia C es, sin embargo, más pesada que la materia A. Sumando el peso de la materias A y C no rebasan el de la materia B y las tres materias unidas no llegan al peso de una sola por separado.

     Ansío dar a conocer en una revista científica mis logros pero aún no he llegado a identificar la escala de valores que las relacione de un modo coherente.

     La materia A no se puede cuantificar respecto a las materias B y C juntas, pero las materias A y B equivalen a las materias A y C. 


     Ante los resultados tan poco esperanzadores, he decido ocultar mi descubrimiento y mis no-conclusiones hasta que en un futuro, quizás pasen siglos, otro científico, buscando, como yo, los límites de lo inmaterial, vuelva a alumbrar estas tres materias tan íntimamente dispares en su intrínseca desigualdad.